Letargo

Hoy nada más despertarme escucho el movimiento del silencio, a fondo, en mi interior.

Nada parece perturbable en este entorno tan cálido que rodea mi cama, y nada me hace presagiar que dentro de unos minutos todo podría transformarse.

No quiero encender la luz ni quiero subir la persiana, este momento eterno que vivo necesito dilatarlo hasta romperlo. No quiero claridad, estoy mejor así.

Un golpe de responsabilidad me obliga a levantar las sábanas, sacar la cabeza y poner en movimiento mis párpados.

Me levanto, y como un vampiro que lleva bajo tierra 100 años, tropiezo contra puertas y muebles, camino con las articulaciones de los tobillos doloridas, como si fuera la primera vez que me pongo en pie.

En un segundo el silencio se descodifica y percibo de lejos una melodía.

Tres minutos y todo volverá a ser como antes.

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