Cuando percibimos un color.
Calibramos nuestro organismo para que todo lo que representa ese matiz se envuelva con nuestras circunstancias.
Por qué elijo el rojo, vivo y duro al mismo tiempo como la revelación que alberga mi interior; cuando escojo el verde, porque aunque nunca veo una salida llevo siempre conmigo un instante de fortuna, para no decaer, para no rendirme.
La calibración de nosotros mismos no es cualquier cosa. No es lo que se predice o controla, sino que es algo automatizado. Quiero decir, que una vez algo se introduce, y traspasa el umbral de nuestra propia indiferencia para llegar hasta nuestros sentidos, comienza el programa. Se crean carpetas nuevas, se abren antiguas, se mezclan, chocan, revuelven, hasta crear un documento llamado informe.
Mi mente informa absolutamente todo, y me lo informa a mi.
Todo se informa y existen muchas maneras de informar.
Las hay rápidas y limpias, las que no remueven mucho carpetas antiguas, y las hay como la mia, que se amontonan por millares en la biblioteca de lo imprescindible (para esta cabeza mal enseñada que todo lo guarda con recelo), donde nueva informacion que llega es un continuo devenir de documentos. Ida-vuelta por donde pasa, como una ráfaga de aire que irrumpe deliberadamente contra miles de hojas blancas dentro de una sala vacía. Luego, después de largo rato se para, relativamente, guardado una ligera brisa, para airear, pienso yo, erróneamente.
Texto Silvana Tarantino
Read more »